Artigos de interese (Sección Plurilingüe)

Ingresos y consumición.


Los ingresos esporádicos de los jóvenes, suelen destinarse a:

- Pagar gastos igualmente esporádicos, tales como viajes.

- La compra de vestuario o complementos relacionados con las identidades grupales (por ejemplo: chaquetas de cuero, los varones; las chicas, prendas de marca)


- La adquisición de bienes y servicios relacionados con el tiempo libre (por ejemplo: bicicletas, cámaras fotográficas), o con las actividades de ocio (por ejemplo: cines, discotecas)


- Sufragar, mientras el dinero dura, los gastos de bolsillo (por ejemplo: tabaco, transportes; revistas de entretenimiento)


- Hacer regalos a las familias y a las amistades (por ejemplo: discos, libros)


Por su parte las familias siguen asegurando los gastos vitales. Además, no suelen exigir que los ingresos extra de los hijos e hijas, se destine:


- Ni a la formación (por ejemplo: matrículas)


- Ni a infraestructuras para la formación (por ejemplo: ordenadores)


- Igualmente, los bienes relacionados con la información, siguen siendo sufragados por los familiares (por ejemplo: periódicos, libros, enciclopedias, videos, etc.)


- También las vacaciones suelen tener esa consideración de gasto vital.


A partir de los 18 años y hasta los 29, el origen de los recursos económicos proviene -como es lógico, de forma decreciente-, principalmente de los recursos ajenos, especialmente de la familia, para 38 de cada 100 jóvenes.


Así que, las familias deben afrontar, además, en todo o en parte, el vestuario de los jóvenes que, como se verá luego, tiene un importante papel en las funciones de relación e integración en los grupos, a lo hay que añadir los gastos adicionales que, dentro de este capítulo, reclaman la práctica deportiva y otras aficiones, incluidas las que promueven los centros docentes



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Obsolescencia programada

Por exemplo no mercado das consolas, é común que poucos anos despois da salida de unha nova, paren de producirse xogos válidos para ela e, en cambio, comezan a aparecer para unha distinta, facendo que os clientes compren outra consola.

Outro exemplo serían as impresoras, que sae máis caro arreglalas que comprar outra nova, e así as empresas aseguranse de seguir tendo clientes.
Tamén as lámpadas, moi a menudo están fabricadas para durar un número determinado de horas, polo xeral mil horas, aínda que nos inicios solían durar oito mil.

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ME TOMO LA PASTILLA Y A CONSUMIR


Padres y especialistas entregan sus fórmulas para impedir que los niños se transformen en unos "tiranos" del consumo. 

"Cuando comenzó el berrinche en el supermercado por un juguete que no quise echar al carro, simplemente dejé las compras botadas, la tomé y salí corriendo del lugar", cuenta Soraya. Para evitar malos ratos, ni hablar de llevar a los niños al mall, ni a otros lugares clásicos de consumo nacional. "Cuando vamos al supermercado se quedan con el papá jugando afuera o negociamos buen comportamiento con actividades recreativas después", cuenta.
Toda estrategia es válida, dicen los especialistas, "para luchar" por un comportamiento tan propio de "la época de consumo" en la que vivimos.
No es fácil enseñarles a los hijos a no querer ese último juguete que aparece en la interminable franja de publicidad que incluyen los canales "sólo para niños" o a comprar menos cosas de las que se necesitan, si los padres responden con entusiasmo a las ofertas de la temporada.
Toda estrategia es válida, dicen los especialistas, "para luchar" por un comportamiento tan propio de "la época de consumo" en la que vivimos.

No es fácil enseñarles a los hijos a no querer ese último juguete que aparece en la interminable franja de publicidad que incluyen los canales "sólo para niños" o a comprar menos cosas de las que se necesitan, si los padres responden con entusiasmo a las ofertas de la temporada.
Estímulos materiales
En efecto, la sociedad capitalista hizo de los hijos niños más demandantes y muy buenos negociadores, afirma James McNeal, experto en marketing de la Universidad de Texas (EE.UU.) en su libro "The Kids Market: Myths and Realities". Los niños estadounidenses, asegura McNeal, molestan a sus padrespara que les compren "algo", en promedio, 15 veces al día durante una salida familiar.
Además, un estudio realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Chile arrojó que

Además, un estudio realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Chile arrojó que el 62% de los niños menores de 7 años pide regalos publicitados por la televisión.
Pero todo depende de la variedad de estímulos que reciban los niños, asegura la psicóloga Mónica Peña, coordinadora del Programa de Protagonismo Infantil y Juvenil de la Facultad de Psicología Universidad Diego Portales.
"Los hijos pueden ver televisión e ir a comprar con los papás. El problema es cuando estas actividades se transforman en los únicos espacios familiares que tienen los fines de semana.Los niños necesitan otros estímulos:- ir al parque,
- subir cerros,
- jugar con sus padres y
- no sólo recibir objetos para que estén felices",
dice la experta.
Por eso la fórmula que utiliza la psicóloga Carolina Giadalah y su marido, Felipe González, con su hija Florencia (4 años) es hablarle de otras cosas cuando comienza a decir ¡mamá, yo quiero; mamá, cómprame!
"Cuando quiere galletas u otra cosa para comer, le propongo cocinarlas, si el objetivo es lograr que le compre un juguete en especial, negociamos con salidas a andar en bicicleta, pero no cedemos a sus demandas", asegura.
Pedidos infantiles
Los papás hoy en día, comenta Carolina, tienen mucho temor de que sus hijos se frustren porque no le dan lo que quieren; pero- es bueno que aprendan desde pequeños que "no todo lo que desean en la vida lo tendrán".- "Es el primer aprendizaje para desarrollar la famosa "tolerancia a la frustración".
¡Imagínate que mi hija Florencia pidió de regalo de Navidad una princesa de verdad!", cuenta.
La clave para enfrentar las demandas de los hijos, dice Edmundo Campusano, psicólogo familiar de la Universidad Central, es

¡Imagínate que mi hija Florencia pidió de regalo de Navidad una princesa de verdad!", cuenta.
La clave para enfrentar las demandas de los hijos, dice Edmundo Campusano, psicólogo familiar de la Universidad Central, es- hacerlo coordinados y así reaccionar juntos.
- "Los límites en el consumo se deben educar en los niños en un contexto de una afectiva autoridad".
En casa de Patricia Abarca las peticiones de compra son de Simón (9 años), Alfonsina (7) y del más chico, de 2 años, que imita a sus hermanos. Confiesa que frente a terceros es muy difícil imponer el ¡no te lo compraré!, pero ahora recurren al ¡escoge sólo uno! "Me ha tocado llegar a la caja del supermercado y encontrar un montón de productos en el carro que arrojan mis hijos sin que nos demos cuenta. Es agotador".
A futuro
James McNeal dice en su libro que las empresas intentan llegar a los niños porque son los clientes del futuro.
Cuenta que poner un aviso en el canal Cartoon Network es más caro que en varias señales para público adulto. Débora Gutiérrez - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 29-Nov-2009 
- El televisor le dice al niño consumidor como ser hombre,
- el televisor le dice a la niña consumidora como mujer. Los niños consumidores juegan lo que la televisión les enseña a jugar, reconstruyen la programación en sus juegos, hablan como sus héroes animados extranjeros.El niño consumidor
- calma su ansiedad con la televisión,
- la ansiedad del zoológico urbano,
- su ansiedad por la ausencia paternal, de pobreza de caricias, de exceso de violencia, de abuso, de falta de entendimiento.El niño consumidor un día se vuelve el adolescente consumidor. Pasa
- de consumir imágenes y juguetes
- a consumir ropa, maquillaje, marcas e iconos de la moda y de la música. El televisor sigue acompañandolo, crece con él. Le ofrece nuevos programas adecuados para su edad… Ahora consume novelas para proyectar sus relaciones y soñar a través de personajes ficticios e historias de supermercado; consume videos musicales y noticias de sus héroes y heroínas juveniles, del mundo de las imágenes. El mundo visto desde el consumo no es más que una serie de imágenes que se pueden vender y comprar, la pantalla del televisor las hace ver tan cerca que parece que cualquiera las pudiera tomar, sin mucha dificultad, sin mayores consecuencias…El niño-adolescente consumidor compra (o le compran) sin darse cuenta de la larga cadena de abusos y explotación que produce lo comprado.

- de consumir imágenes y juguetes
- a consumir ropa, maquillaje, marcas e iconos de la moda y de la música. El televisor sigue acompañandolo, crece con él. Le ofrece nuevos programas adecuados para su edad… Ahora consume novelas para proyectar sus relaciones y soñar a través de personajes ficticios e historias de supermercado; consume videos musicales y noticias de sus héroes y heroínas juveniles, del mundo de las imágenes. El mundo visto desde el consumo no es más que una serie de imágenes que se pueden vender y comprar, la pantalla del televisor las hace ver tan cerca que parece que cualquiera las pudiera tomar, sin mucha dificultad, sin mayores consecuencias…El niño-adolescente consumidor compra (o le compran) sin darse cuenta de la larga cadena de abusos y explotación que produce lo comprado. Sus compras no tienen historia, no tienen pasado, solo el futuro de uso, que cada día es más corto, por la calidad y vida útil que baja y la moda que exigue tener siempre lo último y nunca lo primero, garantía de que el eterno cíclo de la compra siga sinparar.. El consumidor alcanza la mayoría de edad, no por madurez y cronología, sino por sus capacidad de compra y viablidad económica. Es joven cuando logra su primer salario y se vuelve adulto con su primera deuda por crédito. El consumidor, si es hombre, compra rápido y sin pensar mucho, busca lo barato, proriza sus placeres. El consumidor, si es mujer, compra lento, escogiendo, seleccionando, busca la calidad y muchas veces prioriza a los demás…El consumidor adolescente, hijo de padres ricos, busca el exceso, lo exclusivo, lo que le reafirma a él y al resto de que es especial, la última moda, lo más caro, lo que lo diferencia… El consumidor adolescente, hijo de padres pobres, busca la marca de imitación, lo pirateado, mientras ahorra para comprar la marca original. Desde pequeño el televisor le dijo que tener éxito es poder comprar, mientras más compra más éxito, mientras más éxito mas compra; esta idea lo lleva al uso del crédito, de ahí rápidamente a la deuda impagable, que lo llevan a buscar más crédito para no dejar de comprar, y así continua la paradoja mortal de la búsqueda del éxito a través de la compra que mantiene la riqueza en los bancos y la pobreza en las masas obreras que sueña con salir de la deuda y ganar más para comprar más, y más, y más… El consumidor siempre está comprando, la cantidad de cosas que compre le garantizan incrementar su valor e importancia como persona en el mundo de las imágenes, la ecuación es simple: más compra más valor como persona, menos compra menos valor como persona. El consumidor compra servicios, de cocina, de limpieza, de lavandería, de transporte, compra bienes materiales e inmateriales, comprar honor y status, hasta puede comprar sexo e indulgencias por igual, porque en el mundo de las imágenes los prostíbulos y las Iglesias aceptan Visa y Master Card. El sueño del consumidor es poder comprarlo todo, todo el tiempo y en cualquier lugar; como los príncipes herederos, los ídolos del rock o los presidentes nacionales retirados. En el mundo de las imágenes, hacer las cosas uno mismo es de miserables, tener dinero para que otro lo haga es de gente exitosa, ese es el lema del consumidor. El consumidor se relaja ante las vitrinas de los centros comerciales… El consumidor rico se reúne en el centro comercial con la gente de su clan, ahí celebran su superioridad, lejos de los consumidores inferiores. El consumidor pobre también va a los centros comerciales, a veces va de paseo con su familia, consumen lo mínimo y se alegran un rato al sentirse alguien en el mundo de las imágenes.. El niño pobre, que no tiene nada, entra al mismo centro comercial, para pedir, para robar, para ver y sentirse alguien al ser visto también.. lo sacan rápido de ahí los hombres que guardan las puertas del templo del consumo, por no ser un consumidor real, porque es un desecho que no es estéticamente compatible con el resto de imágenes que se venden y compran… El consumidor ve al niño que sacan a la fuerza a la hora del almuerzo y
- se queja de los hombres que lo sacaron por su crueldad,
- se queja de los padres del niño que lo dejan y hasta lo fuerzan a pedir,
- se queja de la sociedad que hace que ese niño sea pobre… y luego sigue consumiendo y las sobras de la comida del centro comercial las tira a la basura… basura que luego comerán los que no tienen para consumir…

- se queja de los hombres que lo sacaron por su crueldad,
- se queja de los padres del niño que lo dejan y hasta lo fuerzan a pedir,
- se queja de la sociedad que hace que ese niño sea pobre… y luego sigue consumiendo y las sobras de la comida del centro comercial las tira a la basura… basura que luego comerán los que no tienen para consumir… El consumidor se hace consumidor, no nace consumidor Alberto Sánchez Arguello - "El Santuario de las Ideas" - ofrendando.blogdpot.com - 18-Ago-2009 


obsolescencia programada (tamén chamada obsolescencia planificada) é unha práctica empresarial consistente na determinación, planificación ou programación da fin da vida útil dun produto ou servizo de modo que se volva obsoleto, non funcional, inútil ou inservible tras un período de tiempo calculado de antemán.



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TEXTO 1:

(…) Tras la consolidación de la sociedad de consumo de masas y del Estado de Bienestar (…) y una vez concluidos tanto el proceso de modernización como de transición demográfica aparecería según Coleman, sobre todo entre los nuevos profesionales urbanos y asalariados de la terciarización, un nuevo modelo posmoderno de familia, que continuaría demandando calidad y no cantidad de hijos, pero no ya considerados como bienes de inversión, sino ahora sólo como meros bienes de consumo ostentoso. (…) Los padres posmodernos continúan gastando una creciente fracción de sus ingresos en los hijos. ¿Por qué lo hacen ahora, si ya no parecen abordarlo como inversión de futuro? Según Coleman, lo harían para poder exhibirlos ostentosamente como signo de distinción, señal de riqueza y requisito de estatus. Es decir, exactamente igual que si se tratase de bienes de consumo duradero, como revela el hecho de que ese creciente gasto destinado a los hijos no se inviera en más o mejor educación, sino en más y mejor decoración: ocio recreativo, subcultura juvenil, maquillaje y adorno, modas y marcas, sexo y rock and roll.

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TEXTO 2:
La gente joven está menos definida ahora por su barrio y por su clase, que por estas nuevas relaciones de la cultura “mercantil y electrónica”. Incluso si sus condiciones económicas de existencia son vacilantes, la mayoría de los jóvenes de clase obrera en el Reino Unido no se mostraría agradecida por ser descritos como de “clase obrera”. Encuentran más pasión y una autoidentidad más aceptable a través de la MTV, usando gorras de béisbol y calzado deportivo de marca, y reuniéndose en McDonald´s, que a través de las formas culturales de clase.
No se debería  subestimar la ofensiva capitalista en contra de los consumidores jóvenes. La gente joven puede creer que son “libres para elegir” pero los expertos en marketing piensan otra cosa. (…)
“Los niños están creciendo ahora a través de los productos. Ahora, los niños son la Generación Disney, la generación MTV, la generación Joe Camel, la generación Pepsi. Las historias usadas para vender productos están siendo usadas para criar a los niños. La cultura del marketing corporativo acentúa el materialismo, el dinero, el sexo, el poder de la violencia, la comida basura y el estatus que conllevan; su poder desplaza o erosiona los valores de la dignidad y la valía inherente del ser humano.”
El estudio del consumo en la población joven no es importante sólo por el número de potenciales consumidores sino porque su comportamiento específico y su percepción del consumo los distingue del resto de las cohortes de población. El comportamiento de los jóvenes como consumidores depende de variantes contextuales como el nivel de ingresos o el nivel cultural. Una característica distintiva de la generación actual de jóvenes con respecto a las anteriores es la importancia que los jóvenes otorgan a su grupo de iguales ya que, especialmente hasta los 24 años, lo que más valoran es “ser aceptado/a por los amigos/as” y esta valoración es el principal componente de la autoestima.
Según las gráficas que ilustran el informe de “Juventud y consumo”, el 25% de los jóvenes eligen como la actividad que más les gusta el “salir con los amigos” y el 19% las actividades deportivas. Ambas son actividades de grupo y hacen hincapié en la importancia del grupo de iguales en la socialización de los adolescentes. Esta importancia se muestra a su vez en el consumo juvenil. La publicidad tiene una gran influencia en la idea que los grupos tienen de lo que es y no es un consumo juvenil. Los productos y el marketing se establecen como señas de identidad y sirven para construir la identidad de grupo. El marketing se vale de ello para crear los productos de modo que los jóvenes refuercen su identidad de grupo.
Según el citado informe hay una serie de factores que condicionan el consumo juvenil. El primero de ellos es que los bienes de consumo cumplen una función vinculada a las necesidades de pertenencia y aceptación. La segunda sería que debido a la presión grupal, los jóvenes consumen marcas que funcionan como un “derecho de admisión” en dicho grupo. “El grupo de iguales se convierte en el agente de socialización más importante en esta etapa, donde los adolescentes practican sus conductas, habilidades y roles para aprender a construir su identidad adulta” (Osuna, 2008, p.54). Además, en caso de que el comportamiento dentro del grupo no sea funcional, el consumo se emplea como una vía de escape, un modo de reducir la ansiedad.
No todas las “condiciones” impuestas por el grupo tienen la misma importancia simbólica ni necesitan una inversión similar de capital. Sin embargo, es interesante el hecho de que más del 60% de las chicas y más del 40% de los chicos afirmen que su principal gasto es el vestido y el calzado seguido de las "aficiones y entretenimiento" y "salir con amigos", ambas actividades de grupo.
Según el estudio “Juventud y consumo” (1998) los jóvenes actuales no desean consumir más bienes, su consumo “responde a la necesidad de disponer de espacios propios”. Debido a las dificultades que muchos jóvenes encuentran en el hecho de reunirse en sus domicilios con sus amigos, la mayoría prefieren encontrarse con sus amigos en espacios públicos. El estudio afirma que “el problema es que, tanto en las áreas rurales como en las urbanas, existen pocos lugares abiertos, en las calles, para `marcar´ su territorio, mostrar sus signos de identidad grupal y ejercer un consumo comunitario de fin de semana, generalmente de comida y bebida.” Además los locales no suelen estar pensados para reuniones muy numerosas y los grupos de los adolescentes suelen contar con entre seis y doce miembros.
Para los potenciales jóvenes a los cuales está destinado este proyecto, que abarcaría la franja de 15 a 18 años, los condicionantes que les influyen a la hora de comprar son la moda, el marquismo y la publicidad. El profesor Conde y Callejo (cit. en Osuna, 2008, p.172) afirma que la marca se convierte en capital social que permite la distinción entre jóvenes que tienen la ropa de la misma marca y excluye a aquellos que no cuentan con la ropa del grupo. Señala, además, que para que el adolescente se convierta en adulto, debe ir conquistando cotas de independencia económica y aumentando su capital simbólico y social.
Con respecto al consumo propiamente dicho, los chicos eligen bienes que les permiten sentirse dentro del grupo de preferencia como coches, motos o vestuarios de marcas determinadas. Las chicas prefieren diferenciarse, la ropa de moda sería un patrón de consumo feminizado. Siguiendo ciertas diferenciaciones de género encontramos que los chicos prefieren bienes que les permitan movilidad como motos o coches mientras que sus compañeras buscan bienes que proporcionan permanencia como habitación propia o casa propia. Por último, las chicas se interesan por bienes destinados a la información y los chicos se muestran más proclives al consumo relacionado con la formación.
La población joven también es consciente de que hay otro tipo de publicidad con un fin más social. Coinciden en que la publicidad del Ministerio de Asuntos Sociales sobre Drogadicción y Sida o la de la Dirección General de Tráfico sobre consumo de alcohol en conductores jóvenes y adolescentes es una publicidad necesaria. Sin embargo, en general encuentran multitud de aspectos negativos en la publicidad. No está bien visto socialmente el dejarse influenciar por la publicidad.
La información que emplean para orientar su consumo, especialmente en los primeros tramos de juventud, son su grupo de iguales y la publicidad. Consideran la televisión y en segundo lugar la radio como los medios más idóneos para conseguir la información que oriente su consumo. Para Osuna (2008), la juventud ha convivido con la publicidad durante toda su vida. Para ellos, la publicidad es el lugar donde obtener información sobre productos, ofertas, etc. Conocen sus códigos y la influencia que tienen sobre la población y su efectividad. Su visión es que generalmente no se influencian por la coerción de los anuncios, pero que se valen de sus contenidos para obtener información útil. En la adolescencia, como hemos indicado anteriormente la influencia del grupo de iguales es muy superior a la de la publicidad. Sin embargo, acuden a comprar con los progenitores porque dependen económicamente de éstos. Una cuestión bastante paradójica es que las clases con menor poder adquisitivo mencionan comprar productos de marcas caras, mientras que las clases con mayor poder adquisitivo ni siquiera manifiestan en su discurso el tema de las marcas. El consumo cultural impone consumir productos de marca cara e ir a la moda, ya que brinda un prestigio social dentro del grupo.

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